48 HORAS EN EL INFIERNO

Por Juan N. Reynolds

Uno de los casos más interesantes de resurrección que jamás ha llegado a mi conocimiento, era el caso de Jorge Lennox, un notorio ladrón de caballos en el condado de Jefferson. Estaba cumpliendo su segunda condena o sentencia. El condado de Sedgwick le había enviado a la cárcel por primera vez, por el mismo delito de robar bestias.

Durante el invierno de 1887 y 1888 é1 trabajó en una mina de carbón. El lugar donde estaba trabajando le parecía ser peligroso. Él le avisó al oficial que estaba de cargo, el cual hizo un examen del lugar y diciendo que el lugar estaba seguro, mandó a Lennox volver a su trabajo. Lennox obedeciendo, no había estado en su trabajo más que una hora, cuando se derrumbó el techo, dejándole completamente sepultado. Él permaneció en esta condición por dos horas completas.

Al faltar en la hora de la comida, se empezó a buscar al prisionero, y le encontraron bajo un montón de escombros. Parecía que se encontraba sin vida y lo sacaron afuera. Después de haber sido examinado por el médico de la cárcel, le pronunciaron muerto. Su cadáver fue llevado al hospital donde le lavaron y le vistieron en preparación para el entierro. Su ataúd fue hecho y llevado al hospital. El capellán había llegado para hacer los últimos ritos tristes para su sepultura. Entonces el administrador de la cárcel mandó a dos prisioneros remover el cadáver de donde se encontraba y llevarlo al otro lado del cuarto y ponerlo en el ataúd. Estos obedecieron, el uno en la cabecera y el otro en los pies. Lo habían cargado como a la mitad del cuarto, cuando el de la cabecera accidentalmente tropezó sobre un escupidero, perdió su equilibrio y dejó caer el cadáver. La cabeza del hombre muerto dio contra el piso, y para grande sorpresa de todos los presentes, se oyó un profundo gemido. Pronto abrió los ojos, y se manifestaron otras señales de vida. Inmediatamente mandaron traer al médico y al llegar después de treinta minutos, el muerto ya había pedido un vaso de agua y se lo estaba tomando cuando llegó el médico.

Inmediatamente quitaron el ataúd de allí y después lo usaron para sepultar a otro cadáver. Le quitaron su vestuario de sepultura, y lo substituyeron con el traje de cárcel. Después de examinarlo encontraban que una de sus piernas estaba quebrada en dos partes, y que también tenía otras heridas. Permaneció en el hospital por el espacio de seis meses, y después regresó al trabajo.

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Por medio de otro minero me di cuenta de su experiencia rara mientras que, aparentemente, estaba muerto. Movido con curiosidad, deseaba conocer a Lennox y saber la experiencia de sus propios labios. Esta oportunidad no se me concedió por algunos meses. Al fin se me concedió. Después de haber sido removido de la mina, se me ordenó ir a la oficina de la cárcel para hacer algunos reportes anuales. Un día se discutió el asunto de este hombre que volvió a vivir, cuando de casualidad él pasó por la puerta, y pude conocerlo. Presto logré poner un recado en sus manos, y le pedí entrar a donde yo estaba trabajando. Él entró y logré conocerle bien, y de sus propios labios pude aprender su hermosa historia. Era un hombre de poca edad, probablemente de algunos treinta años. Él había sido un delincuente endurecido; tenía una buena educación, y naturalmente era muy inteligente.

La parte más hermosa era lo que aconteció durante el período en que él estaba muerto. Siendo un redactor taquígrafo, escribí su historia como él la dictaba. Él dijo: "Toda la mañana presentí que algo terrible estaba para acontecer. Me sentía tan intranquilo por lo que sentí, que me presenté con el Sr. Grason, que era mi patrón de mina y le pedí que fuera a examinar el tiro o lugar donde yo estaba sacando carbón. Él fue y aparentemente hizo un examen complete. Me ordenó volver al trabajo diciéndome que no había peligro, y que él pensaba que me había vuelto caprichoso. Volví a mi trabajo, y había seguido escarbando más o menos como por el espacio de una hora, cuando de repente se hizo muy oscuro. Luego parecía que una puerta grande de hierro se abría y yo entré por ella. Entonces se me vino el pensamiento a la mente que yo estaba muerto y en otro mundo. No vi a nadie, ni oí sonido ninguno. Por algún motivo desconocido, empecé a retirarme de la puerta, y ya había caminado cierta distancia cuando llegué a la ribera de un río ancho. Estaba oscuro porque no había luz. La luz que había era comparable a la luz de una noche estrellada. No había estado en la ribera de este río por mucho tiempo, cuando oí el sonido de remos en las aguas, y presto cierta persona en una canoa remaba a donde yo estaba parado.

"Me quedé sin poder hablar. Él me miró por un momento, y luego me dijo que é1 había venido por mí, diciéndome que me subiera a la canoa para remar con é1 al otro lado. Yo obedecí. Ni una palabra se habló. Yo deseaba preguntarle quién era é1 y en donde estaba yo. Pero mi lengua parecía estar pegada al paladar. No pude hablar ni una palabra. Al fin llegamos la otra ribera, salí de la canoa, y el hombre del barco desapareció.

"Abandonado allí solo no hallaba que hacer. Mirando adelante de mí, vi dos caminos que entraban por un valle oscuro. Uno de los dos caminos era un camino espacioso y muy andado. El otro era una senda angosta que iba con otro rumbo. Por instinto seguí el camino bien andado. No había caminado mucho cuando parecía hacerse más oscuro. Pero, de cuando en cuando relampagueaba una luz en la distancia, y de esta manera recibí luz para mi viaje.

"Presto me encontré con un ser que me es enteramente imposible describir. Sólo puedo dar una idea lánguida de su terrible apariencia. Tenía cierto parecer de un hombre, pero era mucho más grande que cualquier hombre que jamás había visto. Tenía cuando menos, tres metros de altura. Tenía grandes alas en sus hombros. Era negro como el carbón que yo había estado escarbando, y se encontraba en una condición perfectamente desnuda. En su mano tenía una lanza, con una asidera de más o menos cinco metros de largo. Sus ojos alumbraban como bolas de fuego; sus dientes blancos como la perla, parecían ser de como dos y medio centímetros de largo. Su nariz, si se puede llamar nariz, era muy grande, ancha y aplastada. Su cabello era muy tosco, grueso y largo. Llegaba hasta sus hombros macizos. Su voz parecía ser como gruñido de león.

"Fue durante la luz de un relámpago cuando primero le vi. Al ver su ser yo temblaba como la hoja del álamo temblón. Tenía su lanza levantada como para traspasarme. Me detuve de repente. Con la voz terrible que todavía parece que puedo oír—me ordeno seguirle—diciéndome que él había sido enviado para guiarme en mi viaje. Yo le seguí. ¿Qué otra cosa hubiera yo podido hacer? Después de haber caminado cierta distancia, una grande sierra apareció delante de nosotros. La parte delante de nosotros parecía perpendicular, como si una montaña había sido cortada en dos y una parte había sido quitada. En esta pared perpendicular claramente vi estas palabras, 'Este es el Infierno'. Mi guía se acercó a esta pared perpendicular, y con la asidera de su lanza le dio tres golpes fuertes. Una puerta grande y maciza se abrió y entramos por ella. Luego me hizo pasar por lo que parecía ser una abertura en la sierra.

"Caminábamos en la oscuridad completa por un tiempo. Pude oír los pasos pesados de mi guía para seguirle. Por todo el camino oí profundos gemidos como si alguien estuviese muriéndose. Más adelante los gemidos se oían más fuertes y claramente distinguí las palabras: ‘agua, agua, agua'. Llegando ahora a otra puerta de entrada y pasando por ella, pude oír un millón de voces en la distancia, y el grito era de 'agua, agua, agua'. Presto se abrió otra puerta grande con la llamada de mi guía, y encontré que habíamos pasado por la sierra y delante de nosotros se encontraba una llanura espaciosa.

“Mi guía se retiró de mí en este punto para dirigir a otros espíritus perdidos a su destino. Permanecí por un tiempo en esta llanura, abierta y espaciosa, cuando se me presentó un ser algo parecido al primero; pero en lugar de lanza tenía una espada grande. Vino para informarme de mi destino futuro. Hablaba con una voz que llenaba mi alma de horror. ‘Tú estás en el Infierno’, me dijo: ‘toda esperanza ha huido de ti. Al pasar por la sierra en tu viaje a este lugar, te diste cuenta de los gemidos y los gritos de los perdidos al pedir agua para refrescar sus lenguas desecadas. Al lado de ese pasaje hay una puerta que da al lago de fuego. Pronto serás sentenciado. Antes de ser conducido a ese lugar de tormento para nunca salir de allí, porque no hay esperanza para los que entran allí, se te permitirá estar aquí en este llano abierto, donde se les permite a todos los perdidos ver lo que habían podido disfrutar en lugar de lo que ahora tienen que sufrir.’

“Con esto fui dejado solo. Si era por causa del terrible temor por lo que pasé, no lo sé, pero me entorpecí. Un desfallecimiento lento se apoderó de mi ser. Perdí mi fuerza. Mis piernas rehusaron soportar mi cuerpo. Vencido, caí como un bulto sin poder de sostenerme. El sueño se apoderó de mí. Medio despierto y medio dormido, parecía soñar. Muy arriba, en la distancia, vi la hermosa ciudad de que leemos en la Biblia. Cuan maravillosos y hermosos eran los muros de jaspe. Extendidos en la distancia vi llanos vastos cubiertos de hermosas flores. También vi el río de vida y el mar de vidrio. Grandes multitudes de ángeles salían y entraban por las puertas de la ciudad cantando, ¡oh, tan hermosos himnos! Entre el número vi a mi querida madre anciana, que murió hace algunos años con su corazón quebrantado por causa de mi maldad. Me miraba y parecía que me hacía señas llamándome a ir con ella, pero no me podía mover. Parecía tener un grande peso sobre mí que me tenía sujetado. Una brisa lenta traía la fragancia de aquellas hermosas flores a donde yo estaba, y más claramente que antes logré oír ahora la dulce melodía de las voces de los ángeles, y dije, ‘oh que yo pudiera ser uno de ellos.’

“Mientras que yo estaba tomando de esta copa de bendición, de repente fue quitada de mis labios. Fui despertado de mi sueño. Fui regresado del hermoso lugar de sueño por un ser horrible como los dos anteriores, que me dijo que ya era tiempo de principiar mi camino hacia mi futuro. Me ordenó seguirle. Retrocediendo mis pisadas volví a entrar por aquel pasillo oscuro, siguiendo a mi guía por un tiempo; y al llegar a una puerta que se abría a un lado del pasillo, y siguiendo adelante, al fin nos encontramos entrando por otra puerta, y ¡he aquí! contemplé el lago de fuego.

“Delante de mí, hasta donde, alcanzaba ver, vi el lago literal de fuego y azufre. Grande llamas de fuego subían sobre sí, daban unas contra otras, y se levantaban a mucha altura, así como las olas del mar en una tempestad violenta. Vi a seres humanos levantarse en el crestón de las olas, solo para ser arrojados presto otra vez hacia abajo a la profundidad del lago de fuego. Sus maldiciones contra un Dios justo eran espantosas mientras que se encontraban sobre el crestón de las llamas. Sus lastimosos gritos pidiendo agua eran agudos, y hacían despedazar el corazón. Esta vasta región de fuego sonaba y resonaba con los llantos de estos espíritus perdidos.

“De repente dirigí mis ojos a la puerta por donde había entrado unos momentos antes, y leí estas terribles palabras, ‘Esta es tu sentencia; la eternidad nunca terminara’. Presto sentí que la tierra debajo de mis pies se desvaneció, y me encontraba hundiéndome en el lago de fuego. Una sed de agua que no puedo describir se apoderó de mí. Gritando por agua, se abrieron mis ojos en el hospital de la prisión.

"Nunca he contado esta experiencia antes por temor de que los oficiales de la prisión, al darse cuenta, me juzgaran loco y me encerraran en la sala de los desequilibrados. Pasé por todo esto y estoy tan desengañado y satisfecho que vivo, y sé que hay un cielo y un infierno, un infierno hecho a la antigua, la clase de infierno del cual la Biblia nos habla. Pero hay una cosa segura, nunca volveré a ir a ese lugar otra vez.

"Tan luego que abrí mis ojos en el hospital y encontré que estaba vivo en la tierra otra vez, entregué mi corazón a Dios y voy a vivir y morir como cristiano. Así como las cosas terribles que vi en el infierno no se pueden borrar de mi memoria, tampoco las cosas hermosas que vi en el cielo se borrarán. Después de un tiempo me he de encontrar con mi amada madre, avanzada de edad. De tener el permiso de sentarme en la ribera de ese precioso río, los valles, y las lomas cubiertas de aquellas hermosas flores, la belleza de lo cual sobresale todo lo que el mortal puede imaginar; de escuchar los himnos de los salvos. Todo eso más que recompensa por vivir aquí la vida cristiana sobre la tierra, aun si tengo que negarme de muchos placeres sensuales en los cuales delinquí antes de venir aquí a la prisión. He abandonado mis compañeros criminales, para poder asociarme con gente buena después de que sea un hombre libre otra vez".

Le damos al lector la historia así como la recibimos de Lennox.

Esta es una de las experiencias más preciosas que jamás se nos ha concedido leer. Quizás Dios bendiga este mensaje del Sr. Lennox para que muchas almas se despierten. Oh, ¿cómo pueden los hombres dudar la existencia de un infierno ardiente literal? Dígame, ¿cómo pueden dudar, cuando tenemos la palabra de Dios y cuando tenemos unas revelaciones notables de tiempo en tiempo, como esta? ¡Hombres, y mujeres, deténganse, por amor de Dios! ¡Volved sus rostros! Obtengan una buena experiencia de salvación en el corazón, para que no experimenten la realidad de cuarenta y ocho horas en el infierno, o la eternidad.

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LA ESPERANZA

  • Un hombre se sentaba en un banco del parque con su cabeza apoyada en sus manos. Era la semblanza de abatimiento. Sus botas de trabajo estaban gastadas y su chaqueta estaba deshilachada. Estaba solo en ese día frio de invierno. 
  • Una señorita recogió la bandeja con su comida y echó una mirada alrededor. ¿Con quién debería sentarse, o, mejor dicho, quién quisiera sentarse con ella? Por desconfianza que nadie quisiera su compañerismo, fue a una mesa en un rincón para sentarse. Un suspiro como un gemido interior le escapó, solo había pasado la mitad de otro día. Ella había vivido con rechazo y abuso, primero de parte de su familia y ahora de sus amigos y sus compañeros de colegio. ¿Había alguna salida?
  • La medianoche pasó, luego la una, las dos y las tres mientras un hombre sin dormir dio vueltas en la cama de un hotel. Entre pocas horas le tocaría entretener una audiencia, sacar sus emociones y disfrutar de sus risas y admiración. ¿Pero por qué la inquietud? No era como él esperaba que fuera. Había logrado la fama y fortuna, pero no sentía la paz.
  • Ella se acostaba sin moverse, el dolor marcaba su frente. Hace años, había empezado con la pérdida de sentimiento en los dedos de sus pies, luego en los dedos de sus manos. Ahora sus brazos y piernas eran inservibles y solo podía comunicarse por un susurro. Vivía con depresión severo. ¿Qué propósito tenía la vida? ¡O, por alguien que entendiera y ayudara!

Estos y muchas otras situaciones suceden a la humanidad de cada nacionalidad y cultura. Muchas personas, jóvenes y ancianos, enfrentan problemas de salud que no tienen remedio. La enfermedad terminal causa la muerte de mucha gente cada año. La escasez de comida, agua, ropa y alojamiento adecuado son circunstancias muy reales que preocupan a millones de personas. 

Mucha gente ha rechazado a Dios para perseguir relaciones terrenales y metas palpables. Esto deja al alma y cuerpo inquietos y vacíos. A menudo las personas culpan a Dios por sus problemas. Sueños rotos, matrimonios fracasados, ruina financiera, el abuso, el abatimiento, las drogas y el alcohol contribuyen a la depresión y suicida en el mundo hoy día. 

En el principio, Dios creó un mundo perfecto. Disfrutó de una relación de confianza con Adán y Eve, las primeras personas de su creación. Satanás, el enemigo de Dios, pronto llegó al huerto de Edén y les tentó a desobedecer a Dios. Por su desobediencia, la relación con Dios fue rompido. El pecado y la injusticia proviene de Satanás. Jesús dijo de él: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir” (Juan 10:10). Satanás tiene a usted y yo como objeto de su ira y quiere destruir nuestro cuerpo y alma en el infierno. 

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¡Jesús es la respuesta! ¡Es nuestra esperanza! Tomó nuestros pecados en sí mismo y murió en la cruz de Calvario para que nuestra relación con Dios podría ser restaurada. Esta relación renovada con Dios nos dará la esperanza. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:10-11). Jesús invita a todas las personas: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

Jesús desea que crezcamos en él. Dios oye nuestras oraciones cuando nos arrepentimos y confesamos nuestros pecados. Nos perdona y nos adopta en su familia. Dios bendice a sus hijos con la presencia constante de su Espíritu Santo. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).

El perdón de Dios nos da libertad. Confiar en Dios trae paz a nuestro corazón y mente. La vida tiene un nuevo significado y propósito. Cualquiera que sea nuestra situación en la vida, tenemos esperanza. Esta esperanza nos ayudará a pasar por las tormentas y pruebas de la vida. “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).

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EL NACIMIENTO DE CRISTO

Entre todas las historias, la historia del nacimiento de Cristo queda más cerca al corazón de los cristianos. Es uno de los milagros más grandes de todas las edades. En ella se revela el amor de Dios al ser humano.

El hombre, por el pecado, se apartó de la comunión con Dios. Dios prometió a Adán y Eva un redentor después de su transgresión en el huerto de Edén (Génesis 3:15). Era el plan de Dios restaurar o hacer volver lo que fue perdido.

DIOS INSPIRÓ A SUS PROFETAS predecir la venida de su redentor. Para hacerlo más impresionante y para que el hombre lo esperara, les dio ritos para observar en su adoración que señalaban a Cristo. Por los siglos, muchos profetas han hablado de Él según el Espíritu Santo les enseñaba. El patriarca Jacob, en su bendición a Judá, predijo: “No será quitado el cetro de Judá,… Hasta que venga Siloh” (Génesis 49:10). Moisés, el gran hombre de Dios, dijo: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis” (Deuteronomio 18:15). El profeta Isaías habló palabras que Jesús, muchos años después, aplicó a Él mismo: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos” (Isaías 61:1). Más que setecientos años antes del nacimiento de nuestro Salvador, el profeta Miqueas señaló específicamente la ciudad de su natividad al decir: “Pero tú, Belén Efrata,… de ti me saldrá el que será Señor en Israel” (Miqueas 5:2). Su venida fue en un tiempo cuando una oscuridad opaca prevalecía. “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones” (Isaías 60:2).

EL CUMPLIMIENTO DEL TIEMPO HABÍA LLEGADO y el ángel del Señor anunció el gran evento. Primeramente, a María fue dicho: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35) y “dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). Más después, fue anunciado a los pastores que cuidaban su rebaño por la noche: “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:11). Una multitud de los huéspedes celestiales, en un coro nocturno, alababa a Dios diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14). Después de que los ángeles volvieron al cielo, los pastores fueron para ver esta maravilla de maravillas y lo hallaron tal como los ángeles les habían anunciado. Guiados por una estrella, los magos del oriente lo buscaban y lo hallaron como fue predicho (Mateo 2:11). Mucha gente se maravilla del nacimiento de Jesús y escudriñan las Escrituras por los detalles para asegurarse que Jesús es el único “nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

JESÚS CONFIRMA ESTE GRAN OBSEQUIO diciendo en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Dios dio a su Hijo a ser crucificado para que por esta expiación, es decir, el derramar su sangre, podemos tener el perdón de nuestros pecados. Si Jesús no hubiera venido al mundo, no habría sido ninguna expiación. Nuestra salvación depende de su nacimiento, su muerte, su resurrección y que aceptemos a Cristo como nuestro Salvador. Es de mayor importancia que uno crea en “el Hijo unigénito de Dios” y que lo acepte como su Salvador personal. Él vino para dar la vida más abundante.

Texto completo de: EL NACIMIENTO DE CRISTO

QUE TODOS LOS HOMBRES LO BUSQUEN, lo hallen, lo adoren y vivan una vida aceptable a Él. ¿Es posible que el nacimiento de Cristo sea conmemorado por la pascua de la navidad y que Cristo mismo sea olvidado? Cuando pasa esto, mucha gente procura llenar el vacío que resulta con decoraciones relucientes, actividades y muchas cosas. Al ver el comercialismo que acompaña el tiempo de la navidad, un cristiano sincero sentirá que el verdadero espíritu de la navidad se ha perdido. La navidad debe ser un tiempo de leer de nuevo esta historia tan preciosa y celebrarla. La celebración cristiana no se enfoca en las festividades y actividades egoístas. Con gozo nos acordemos “cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1). “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15). Con fe y un espíritu humilde de adoración verdadera, qué nosotros, como los magos, sigamos la estrella que guía a Cristo, y demos a Él nuestra devoción.

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