EL AMOR DE JESÚS

El Amor de Jesús “…Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14).

“Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (Marcos 10:13-16).

Jesús ama y cuida de los niños y las niñas dondequiera. Él desea vivir en su corazón. Él tiene cierto plan para cada uno de ustedes y quiere dirigir sus vidas.

En cierta ocasión, mientras les hablaba a Sus amigos, Jesús les enseñaba que los niños y las niñas le son más importantes a Dios que las flores y los pájaros.

Los pájaros no siembran semillas ni almacenan alimentos. Dios es el que los alimenta. Él los ayuda a hallar insectos y semillas para comer. Las flores duran solamente unos cuantos días, pero Dios les da hermosas figuras y colores. Ustedes, niños, le son de mucha más importancia a Dios que las flores. Por lo tanto, si Dios cuida de las flores y de los pájaros, Él entonces, seguramente, cuidará también de los niños y de las niñas (Mateo 6:25-33).

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Él te da el alimento y la ropa y te ayuda a ser bueno y bondadoso. Tú necesitas poner tu confianza en Él, porque Él sabe lo que es mejor para ti. Él es un Dios amante que quiere ayudar a todos los que tienen necesidad. En tus problemas, o enfermedad, o tristeza Él te ayudará. La Biblia dice, “…si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).

Cierto padre tenía dos hijos. El hijo menor le dijo, “…dame la parte de los bienes (o dinero) que me corresponde…” Él recibió sus bienes (o dinero) y se retiró lejos de su casa. Él y sus amigos malgastaron todos sus bienes (o dinero), dándose un buen tiempo. Pronto lo había gastado y luego sus amigos le abandonaron.

Otro hombre de allí le ocupaba para apacentar sus cerdos, pero él tenía hambre, y nadie le daba de comer.

Él pensaba, “Los jornaleros de mi padre tienen mucho que comer. Yo me iré a mi casa y le diré a mi padre, ‘he pecado’, y ya no soy digno de ser tu hijo. ¿Puedo yo trabajar contigo solamente como un jornalero?” Con esta decisión el hijo menor se encaminó a su casa.

El padre estaba aguardando y esperando a su hijo. ¡Cuánto le echaba menos! Cuando él vio venir a su hijo, corrió para encontrarle, se echó sobre su cuello y le besó.

El hijo le dijo, “Padre, he pecado. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Solamente permíteme ser como uno de tus jornaleros”. Pero el padre ya le había perdonado. Él les mandó a sus siervos, “Ponedle un vestido y calzado en sus pies. Matad el becerro gordo y juntos comeremos con regocijo. Porque este mi hijo muerto era y ha revivido; se había perdido y es hallado” (Lucas 15:11-24).

Esta historia nos muestra como Jesús ama a todos los pecadores también. La Biblia dice, “…os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15:10).

La Biblia nos cuenta otra historia acerca de cuánto Dios ama a cada uno: Un día cierto hombre caminaba por un camino solitario. Él se encontró con unos ladrones. Estos le asaltaron y le golpearon. Le quitaron toda su ropa y su dinero, y luego huyeron. El hombre estaba muy golpeado y no se pudo levantar.

Un sacerdote descendía por aquel camino y vio al hombre herido, pero no le ayudó. Él se dio prisa y pasó por un lado. También un levita descendía por aquel mismo camino y vio al hombre herido, pero tampoco le ayudó. Él también se pasó de largo.

Cierto samaritano caminaba por el mismo camino en su asno. Cuando él vio al hombre herido, se detuvo para ver si en algo le podía ayudar. Él le lavó las heridas, echándoles aceite y vino y luego las vendó. Él puso al hombre herido en su asno y le llevó al mesón más cercano.

Otro día por la mañana el buen samaritano le dijo al mesonero, “Cuídame al hombre. Aquí hay dinero para pagarte. Si no es suficiente, le pagaré lo demás cuando yo regrese” (Lucas 10:30-35).

Jesús quiere que seamos amables y bondadosos para con los que tienen necesidad. Cuando el amor de Jesús llena nuestro corazón, haremos ninguna cosa con egoísmo, ni orgullo. Mas en la humildad, estimaremos más a otros que a nosotros mismos. No miraremos solamente a nuestro propio interés, sino también trataremos de entender como otros se pudieran sentir. La Biblia dice, “…servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13).

Nosotros debemos amar aun a nuestros enemigos y perdonar a los que nos tratan mal. Nunca debemos devolver mal por mal.

Cuando tenemos el amor de Jesús en nuestro corazón, seremos bondadosos para con nuestros amigos, obedientes a nuestros padres, y con gusto les contaremos a otros lo que el Señor ha hecho por nosotros.

Jesús nos amó tanto que murió en la cruel cruz por nuestros pecados. Ahora, por lo tanto, nosotros también debemos amarle tanto que le podemos dar nuestros corazones y nuestras vidas.

“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

Dios Es El Padre Amante

1. Dios es el Padre amante
De los niños dondequiera,
Doquiera sus hogares
Viven en Su cuido.

Coro:
Sé que Dios es el Padre
De los niños doquiera,
Pues debemos amarle
Y suplicarle a ruegos.

2. Él ama a los niños todos,
A los que jamás veré.
Él aun ama a todos los
Que viven cerca de mí.

Mabel Niedermeyer and George F. Root (Translated by Gospel Tract and Bible Society)

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¿HÁS OÍDO? ¡ES PARA TI!

Todos Han Pecado

Muchas personas hoy en día son semejantes al hombre que dijo: “No soy suficientemente bueno para ir al cielo, ni tan malo para ir al infierno.” Se creen más o menos buenos y que de alguna manera Dios les dará un hogar en el cielo.

¿Qué dice la Biblia acerca del hombre? Dice así: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Todos han pecado; yo he pecado, tú has pecado. Somos como el hombre que se encontraba perdido en un bosque. Al fin se encontraba tan confundido que se sentó y esperó que alguien le viniera a encontrar. ¿Te encuentras tú perdido? ¿Sabes a dónde ir?

Hay Esperanza Para Ti

No es necesario que vivas en pecado y estés perdido. No necesitas desesperarte. Jesucristo abrió el camino para que todos vivan una vida feliz. Él te abrió la puerta del cielo. No importa si eres pobre como un mendigo, o rico como un millonario, si eres muy respetado o no, tú tienes la oportunidad de aceptar al Señor Jesús. Él dice en su Palabra: “Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Hay esperanza para ti. Puedes acercarte al amigo de todos los hombres y ser salvo de tus pecados.

Jesús Te Dará Paz

Un profesor extendió su reloj de oro diciendo: “El niño que venga a recibir este reloj se puede quedar con él”. Ninguno de los niños se adelantó a recibirlo sino el niño más pequeño que se encontraba en la clase. Para sorpresa de todos, él recibió el reloj. Los demás simplemente no le habían creído. Ellos pensaron que la oferta era demasiado buena para ser cierta. Ahora la oportunidad se había pasado. Aquel niño ganó el premio.

Jesús ofrece un premio aún más grande. Él dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Mucha gente ya aceptó esta llamada; ¿y tú? Jesús te está llamando ahora. Estas palabras son para ti. Si estás cansado del pecado, si te sientes atribulado, acércate a aquel que te dará descanso. Él borrará tu pasado pecaminoso. Cargará sobre Sí la carga que te agobia. Él puede aliviar todas tus turbaciones, porque tiene cuidado de ti. Él extiende su brazo para ayudarte ahora.

Tú Puedes Aceptar Su Don Ahora

Texto completo de: ¿HÁS OÍDO? ¡ES PARA TI!

El niño creyó las palabras de su maestro, se acercó al escritorio y recibió el reloj. De la misma manera tú puedes recibir el don que Jesús te ofrece hoy.

Te preguntas: “¿qué haré?” La palabra de Dios dice: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). Al mirar al Señor ves que tan pecador eres y dirás: “No hay esperanza para mí, de esta manera no puedo acercarme al Señor.” Escucha las palabras del Señor Jesús: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados” (Mateo 11:28). Él no te manda librarte de tus pecados, y limpiar tu vida para acercarte a Él. No, acércate tal y como eres. Cuéntale tus pecados, tus angustias y confiesa tus pecados con quien has faltado. Cree que Él te escucha. Extiende tu mano y cree, así como lo hizo el niño. Él te dará paz y descanso a tu alma.

Vamos a ver que más dice Jesús: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). Fíjate en la última parte del verso, “ha pasado de muerte a vida.” Esto no necesita tomar mucho tiempo. El precio esta pagado y ahora mismo puedes ser librado. Él pagó el precio cuando murió en la cruz. Allí fueron pagados tus pecados. Pero necesitas mirar en fe a Jesús quien murió en la cruz en tu lugar.

¿Puedes creer esto? ¿Puedes creer a Jesús y su Palabra y dejarle la carga de tus angustias y pecados? Ora a Él, arrepiéntete, confiesa tus pecados y recibe gratis el don de paz. Nace de nuevo y sé un hijo de Dios. Jesús dice en el capítulo tres de Juan: “Os es necesario nacer de nuevo.” Esto quiere decir nacer del Espíritu Santo.

Puedes Tener Gozo Viviendo Con Cristo

Cuando has nacido de nuevo, el deseo que antes tenías de pecar se pasa. El pecado ya no te parece tan atractivo. Tu corazón se llena de paz, y ya no tienes placer en la insensatez del mundo.

Ahora te gozas en la palabra de Dios. La lees, la escuchas y la estudias. Aun puedes amar a aquellos que antes no querías. Tienes comunión con Dios por medio de la oración en tu hogar, en la iglesia, y recibes fuerza para decirle no al tentador. Cuando llegan las tentaciones sabes que Dios está cerca, presto para ayudarte en tiempos difíciles. Al crecer en la vida cristiana encuentras que la oración es el aliento vital de la vida del cristiano. No puedes permanecer sin la oración.

Puedes Trabajar por Jesús

Sabiendo que el Señor te ha salvado deseas hacer algo por Él. Lo primero que haces es contarles a otros la experiencia que has tenido con el Señor. Tu corazón ahora rebosa de gozo y deseas que otros tengan la misma experiencia.

Al llegar a conocer mejor la Palabra de Dios, puedes extenderte más y ayudar a aquellos que están en pecado. Puedes ayudar con el trabajo en la iglesia. Puedes enseñar la escuela dominical, ayudar en las clases bíblicas y con el culto en la iglesia. En público puedes testificar por el Señor. Dios te guiará a una vida activa. De esta manera honras a Dios y muestras tu agradecimiento por lo que Él ha hecho en tu vida. Dios llama a cada cristiano a su servicio.

El apóstol Pablo nos da muy buenas instrucciones acerca de esto. Él dice: “Hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).

Es menester obedecer la Palabra de Dios y al Espíritu Santo quien nos guía en la buena senda. Jesús dio mucho énfasis a que debemos ser hacedores de la voluntad de nuestro Padre celestial. (Mateo 7:21).

Dios Te Recompensará

¿Cómo te recompensará Dios? Verdaderamente hay dos etapas de recompensa; una aquí en esta vida, y la otra en la vida venidera.

Vamos a ver otra vez las palabras de Jesús. Él dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). La paz de la cual Él habla aquí es para aquellos que tienen sus pecados perdonados, cuyos corazones son emblanquecidos por medio de la sangre de Cristo. Esta paz es para aquellos que han entregado completamente su vida al Señor. Él da esta paz a los hombres para que su vida cristiana sea de valor. Al dirigirte a Él con todos tus problemas puedes tener la paz en tu corazón. Esta es parte de la recompensa.

Él te ayuda a resistir la tentación. Él escucha tu oración cuando le pides ayuda.

Si permaneces fiel al Señor tendrás recompensa en el cielo. En esta vida tendrás desilusiones, pero en el cielo, gozo eterno. Al llegar al cielo todas las tribulaciones y cuidados de esta vida habrán pasado. Allá estarás eternamente con Dios, con los ángeles y con todos los cristianos fieles. Será la recompensa eterna.

Jesús Viene Pronto

La Biblia nos dice que Jesús vendrá otra vez. Ahora no vendrá como amante Salvador. Esta vez vendrá como un juez y “Pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27). El pecador irá al lugar preparado para el diablo y sus ángeles. Allí la esperanza se habrá terminado. Nadie estando allí podrá dirigirse a Dios y alcanzar perdón. La Biblia lo describe como, “tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 8:12). Jesús nos advierte acerca del lugar, “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44).

Como hijo de Dios no necesitas temer la venida del Señor Jesús. Jesús viene para llevar a sus hijos al cielo. Él dice: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo” (Marcos 13:33).

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UN SALVADOR PARA TI

El hijo pródigo hablando con su padre

¿Eres una persona feliz? El temor y la culpa de tus pecados pueden quitar tu felicidad. Tal vez te preguntas: “¿Cómo puedo ser feliz?”

¡Tengo buenas nuevas para ti! Hay alguien que te puede ayudar. Puede perdonar tus pecados y darte felicidad duradera. Su nombre es Jesús. Permíteme hablarte acerca de Él.

Su Padre, Dios, es el que hizo el mundo. Hizo todo lo que hay en el mundo. Hizo a ti y a mí.

Texto completo de: UN SALVADOR PARA TI

Dios nos ama. Ama a todos en el mundo. Nos ama tanto que envió a Jesús, su unigénito, a este mundo. Cuando Jesús estaba en este mundo sanó a los enfermos y consoló a los tristes. Dio vista a los ciegos. Enseñó muchas cosas a la gente.

Jesús quiso que entendiéramos el gran amor que su Padre tiene para nosotros. Por eso, contó la siguiente historia que explica el amor de su Padre. Puedes leer esto en la Biblia en Lucas 15:11-24.

Cierto señor tenía dos hijos. Pensaba que todo iba bien. Un día uno de sus hijos se rebeló, vino a él y le dijo:

—No me gusta este hogar. Yo quiero seguir mi propio camino; ya me voy. Dame mi parte de la herencia.

El padre estaba muy triste, pero le dio el dinero y le dejó salir. Se preguntó si volviera a ver a su hijo otra vez.

El hijo se fue lejos y se complació con su dinero y sus amigos. Malgastó su dinero en maneras egoístas. Pensaba que estaba divirtiéndose hasta que de repente se acabó su dinero y sus amigos le abandonaron. Quedó solo y necesitado. ¿Qué debería hacer?

Fue con un agricultor quien le envió a alimentar cerdos. No le dio suficiente para comer. Tenía tanta hambre que quería comer el alimento de los cerdos. Empezó a pensar en todas las cosas malas que había hecho y cómo no había tratado bien a su padre. Sentía cada vez más infeliz.

El hijo pródigo alimentando cerdos

Un día se acordó de cuan amable había sido su padre y de la buena vida que había gozado cuando estaba en su casa. Aun los siervos de su padre tenían suficiente para comer.

Él pensó: “¿Podría yo regresar a mi padre después de todo lo que he hecho contra él? ¿Todavía me amaría? No soy digno de ser su hijo. Le serviría como un siervo si tan solo me recibiera”.

Con eso se levantó y salió para la casa de su padre. Iba a ver si su padre le perdonaría.

El padre había extrañado a su hijo desde el día que salió. Muchas veces se preguntaba: “¿Regresará mi hijo algún día?”. Entonces un día vio alguien acercándose en la distancia. ¿Podría ser su hijo? Cuando vio que era él, corrió a él con los brazos abiertos.

—Padre— dijo el hijo, —he pecado contra ti. No soy digno de ser tu hijo.

Pero su padre dijo:

—Traigan la mejor ropa para él y preparen un banquete. Mi hijo se había perdido, mas ahora es hallado.

El padre feliz dando la bienvenida a su hijo a casa

Todos somos como este hijo. Todos nos hemos descarriado de Dios, nuestro Padre. Hemos malgastado las oportunidades y los bienes que Él nos ha dado. Nos hemos rebelado contra Él y vivido egoístamente. Hoy nuestro Padre celestial nos invita a venir a Jesús. Nos espera con los brazos abiertos.

Jesús nos mostró su amor cuando dio su vida como un sacrificio por nuestros pecados y los pecados de todo el mundo. Sufrió dolor y rechazo, permitiendo que hombres malos le clavaran en una cruz. Por el poder de Dios, resucitó de la muerte y vive para siempre.

Ven a Jesús y pídele que te perdone tus pecados. Cuando Él ve que eres arrepentido de lo malo que has hecho, te perdonará y te limpiará de todos tus pecados con su sangre que derramó. ¡Qué experiencia tan maravillosa! Te convertirás en una persona nueva. La vida tendrá un nuevo sentido. Jesús cambiará tu culpa y temor por gozo y felicidad. Él será tu Salvador.

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